Hoy entrevistamos a Daniel Gaviño, Tech Lead del área de sistemas embebidos del departamento de I+D, para que nos cuente sus experiencias y cómo Acisa está liderando la revolución del tráfico urbano con el regulador semafórico de última generación Mobility Hub (M-HUB).
Acisa – Buenos días, Daniel. Explícanos brevemente cuál es tu rol en Acisa y cómo es tu trabajo habitualmente.
Daniel Gaviño – Mi trabajo consiste en coordinar al equipo de sistemas embebidos: gestiono el trabajo técnico, diseño arquitecturas, entre otras tareas. Llevo más de diez años en la empresa, siempre enfocado en sistemas de tráfico urbano. Soy la referencia en nuestro departamento para temas relacionados con reguladores de tráfico y sistemas urbanos de control de tráfico.
Dentro de estos reguladores de tráfico, destaca el Mobility Hub de Acisa. ¿Qué puedes contarnos sobre este regulador de tráfico de última generación?
Efectivamente, el M-HUB es nuestra nueva evolución en los sistemas de tráfico urbano, específicamente en los reguladores de tráfico. Este equipo se encarga de controlar las señales de los semáforos, una tarea que puede parecer sencilla a primera vista (cambiar de verde a rojo y viceversa), pero en realidad es mucho más compleja. Este proceso implica numerosos sistemas de control y seguridad que deben operar de manera rápida y eficiente. Por ejemplo, no solo se trata de cambiar colores, sino de vigilar que las señales se enciendan correctamente, que no haya ópticas apagadas y que no ocurran situaciones peligrosas como dos luces verdes simultáneas.
Cuando conduces y ves un semáforo en verde, confías en que el sistema funcione correctamente sin cuestionarlo. Este nivel de confianza es posible gracias a la vigilancia constante del sistema. Con el M-HUB, nuestro objetivo es mejorar y actualizar estos sistemas de seguridad y tecnología al siglo XXI. Los reguladores de tráfico actuales son bastante antiguos, con tecnología de los años 90. Nosotros hemos reimaginado todo aplicando tecnología de vanguardia en procesadores e integración, desarrollando una base de hardware propia que nos permite hacer mucho más.
La conectividad de los reguladores tradicionales es bastante básica, muchas veces limitada a cables de cobre, y los protocolos estándar españoles están orientados a esa tecnología. Nosotros hemos dado un paso más allá, orientando el M-HUB hacia un medio de comunicación moderno, con conectividad pensada para el Cloud. El M-HUB está diseñado para conectarse a internet o al Cloud, funcionando como un dispositivo IoT, ya sea mediante un módem directo a Ethernet, un módem 5G, o cualquier otra tecnología, permitiendo una conexión fluida y moderna.
Esto nos ofrece muchas más posibilidades, ya que no estamos limitados por tecnologías de hace 20 años y podemos aprovechar todas las ventajas de las tecnologías Cloud actuales. El M-HUB no es solo un regulador de tráfico, sino un “hub” diseñado para integrar todos estos nuevos sistemas. Por ejemplo, estamos implementando el sistema de prioridad de autobuses en Granada, una tecnología que no podría haberse realizado con un regulador clásico. Este sistema implica una comunicación avanzada con sistemas V2X, uno de los muchos avances posibles gracias al M-HUB.
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¿Y cuáles fueron los principales desafíos técnicos que afrontasteis durante el desarrollo del M-HUB?
Desde el punto de vista del hardware, uno de los desafíos más importantes que enfrentamos fue el nivel de integración. El M-HUB está diseñado para manejar múltiples grupos de tráfico en un espacio reducido. Este fue un gran reto porque, normalmente, los reguladores de tráfico pueden controlar solo dos grupos por tarjeta (algunos modelos recientes han llegado a cuatro). Nosotros, sin embargo, somos de los primeros en alcanzar seis grupos por tarjeta gracias a la alta capacidad de integración del M-HUB. Utilizamos una tecnología muy moderna que permite que los componentes sean extremadamente pequeños. Gracias a nuestro desarrollo continuo en alta integración en Acisa a lo largo de los años, pudimos superar este reto y ofrecer un sistema de alta integración en el sector del tráfico, lo cual es bastante inusual.
En cuanto al software, nuestro principal desafío es combinar la ruptura con lo establecido con el uso de un sistema de comunicaciones basado en el Cloud. Este es el método de comunicación nativa del regulador con Titan, pero también necesitamos que el regulador pueda comunicarse con otros protocolos de tráfico. Nuestro regulador está diseñado para funcionar con Titan, pero es «políglota» en el sentido de que puede hablar varios lenguajes de protocolos de tráfico. Este es un reto significativo porque no solo debemos seguir un patrón estándar ya existente, sino también expandir y adaptarnos a diferentes tecnologías y sistemas.
¿Cuál dirías que ha sido la mayor lección aprendida del despliegue del M-Hub en diferentes ciudades y cómo ha influido esto en la mejora continua del sistema?
Desde finales de 2023, hemos desplegado más de sesenta reguladores en Granada y en otras ciudades como Huelva, Córdoba, Chiclana, etc. También está previsto que se implementen en más ciudades como Terrassa. En todas estas ciudades hemos lidiado con retos tecnológicos, ya que no siempre podemos introducir nuevas tecnologías sin más, sino que debemos convivir con elementos ya existentes. Esto nos obliga a adaptarnos y a aprender continuamente.
Por poner un ejemplo concreto, en algún caso hemos tenido que ajustar los valores de los fusibles ya que, aunque inicialmente pasaron la certificación, al llegar a los cruces nos encontramos con que las ópticas eran muy antiguas y consumían más energía de lo esperado. Siempre debemos adaptarnos para asegurar el correcto funcionamiento del sistema.
¿Cómo es la colaboración con otros proveedores y partes interesadas en el ecosistema de movilidad inteligente?
En estos escenarios de tráfico urbano en los que nos movemos, tenemos muchos actores. Por un lado, está el ayuntamiento, que es el cliente y el primer interesado en que las cosas funcionen, pero que también se ve limitado en algunas actuaciones. Por lo que a veces nos restringe el campo de acción en algunas cosas de las que necesitaríamos más pero que no nos pueden dar.
Otro factor son las instalaciones previas ya existentes. Son equipos muy antiguos y cuando tenemos que cambiar cosas, muchas veces tenemos que convivir con la competencia, algo que nunca es sencillo. Y finalmente, otra de las problemáticas que conlleva el desarrollo de este tipo de productos es que, como no está orientado a un consumo genérico, los proveedores de equipos muy específicos para tráfico son escasos y caros y normalmente cuando algo tiene algún problema, lo tenemos todos. Por ejemplo, los transformadores que usamos no son de uso genérico, no los puedes comprar en una tienda de electrónica.
Y, personalmente, ¿cómo ves el futuro del tráfico en las ciudades?
A pesar del avance tecnológico en coches autónomos y otras áreas, el tráfico urbano es reacio a cambios rápidos. Los cambios deben ser introducidos lentamente y con cuidado. La tecnología de centralización en el tráfico urbano está obsoleta y necesita una revolución, tanto en las capas superiores como inferiores del sistema. En Acisa, apostamos por avances tecnológicos integrales, asegurando que las mejoras en la capa superior no se vean limitadas por tecnologías obsoletas en la capa inferior.
Para terminar, ¿tienes alguna anécdota que te gustaría compartir sobre tu trabajo en Acisa?
Más que una anécdota, estoy orgulloso de varios proyectos que hemos realizado, incluso con limitaciones técnicas significativas. Uno de los proyectos más memorables fue el sistema de tranvía ligero de Granada. Con la tecnología disponible en ese momento, logramos un sistema de prioridad para autobuses que requería coordinación entre reguladores. Para las pruebas, montamos un sensor del tranvía en una furgoneta, lo alimentamos con una batería y activamos los semáforos, cruzando Granada y sorprendiendo a los conductores. Fue un momento divertido y satisfactorio, demostrando nuestra capacidad para innovar incluso con recursos limitados.